El uso de drones para labores agrícolas en México aumenta 35% cada año, impulsado por la falta de mano de obra y la necesidad de optimizar recursos.
En México, el uso de drones para fumigación, fertilización y mapeo de cultivos crece a un ritmo de 35% anual, convirtiéndose en una herramienta clave para optimizar tiempo, recursos y mano de obra en el campo.
Actualmente, más de 10% de las superficies tratadas con agroquímicos ya utilizan esta tecnología, con más de 3,000 pilotos certificados en todo el país. Se proyecta que el mercado, valuado en 39 millones de dólares en 2024, alcance los 650 millones en 2034, de acuerdo con estimaciones presentadas por Gilberto de Jesús López Castañs, profesor e investigador de la Universidad Autónoma Chapingo.
El crecimiento responde, en parte, al envejecimiento de la población rural y a la dificultad para encontrar trabajadores dispuestos a realizar tareas prolongadas y con exposición a químicos. “Cada vez es más difícil conseguir personal para aplicar fertilizantes o pesticidas, y cuando se consigue, el costo es alto y el trabajo, riesgoso”, explicó López Castañs.
Un dron puede cubrir varias hectáreas en minutos, aplicar productos hasta 10 veces más rápido que los métodos tradicionales y reducir la exposición humana a agroquímicos. Además, su uso es especialmente útil en terrenos irregulares o con cultivos de alta densidad, donde la maquinaria convencional no puede operar sin compactar el suelo o dañar las plantas.
“En terrenos irregulares o con cultivos de alta densidad, un dron entra y sale con precisión milimétrica, sin compactar el suelo ni dañar plantas”, señaló Jeffrey Dong, representante de ventas de DJI Agriculture para Latinoamérica.